Japón desde los ojos de una hispanohablante

POR Paul Kelly  REVISADO POR  Salomé García

La profesora de la Universidad de East Anglia, María Gómez Bedoya, siempre ha pensado que el viajar y conocer otras culturas nos hace ser más tolerantes y mejores personas. A lo largo de su trayectoria laboral ha tenido la suerte de vivir en lugares tan diferentes como Estados Unidos, Brasil, Canadá o Japón. Este mes María ha pasado por La Taberna UEA para contarnos su experiencia japonesa y animarnos a visitar un país lleno de magia y tradiciones milenarias.

PAUL KELLY: Quería hacer esta entrevista porque muchos de nosotros vamos a vivir en Japón y nos encantaría conocer el país un poco más. Irse a trabajar a Japón no es, a buen seguro, una decisión que se toma en la sobremesa de una comida, ¿cómo lo decidiste?

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MARÍA GÓMEZ: Yo estaba trabajando en ese momento en Estados Unidos y debido a contactos con personas del país me empecé a enamorar de la cultura y como no quería volver a España porque era muy joven y quería viajar, empecé a echar currículums y de repente, de la noche a la mañana me cogieron en una escuela. Entonces, decidí irme a Japón.

P. K: ¿Así que ya tenías un sentido de vivir en el extranjero?

M. G: Sí, en realidad ya había estudiado en Canadá y tenía el gusanillo de querer conocer mundo. Y qué mejor forma de hacerlo que a través de la difusión del español, que era mi trabajo, entonces Japón por muchas razones me fascinó, sobre todo culturalmente. Y decidí, ¿por qué no?

P. K: ¿Razones solo personales o también profesionales?

M. G: No sé hasta qué punto me hubiera ido sin trabajo, pero se dieron todas las circunstancias. La idea de irme a Japón me asustaba, pero al mismo tiempo me fascinaba. Quería empaparme de la cultura, conocer el país, vivir algo completamente diferente, y la suerte es que lo podía hacer con un apoyo profesional, haciendo lo que me gusta.

P. K: Supongo que lo de aprender japonés será casi tan complicado como la decisión de trabajar en el país nipón, ¿no?

M. G: Es un reto. El japonés como sabes es una lengua difícil, pero preciosa. Además, la suerte que tenemos los hispanohablantes es que el sistema fonético se parece mucho al español, lo cual es una ventaja. Lo que hice, nada más llegar a Tokio, es apuntarme a un curso intensivo de japonés con estudiantes chinos y coreanos. Estudiábamos muchísimo, yo les ayudaba con la pronunciación y ellos a mí con los kanji, y al final aprendimos una barbaridad.

P. K: Como me has dicho eras muy joven, ¿recuerdas las caras de tus padres el día que le comunicas que te vas a la otra parte del mundo como “embajadora” de tu lengua y cultura?

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M. G: Sí, claro, la verdad es que que se sorprendieron, pero mi familia siempre me ha apoyado en estas “locuras”. Creo que cuando estás segura de querer hacer algo que te apasiona, lo demuestras de tal forma que tu gente te apoya porque te ve emocionada. De hecho, a mi familia y a muchos de mis amigos les sirvió de excusa para visitar Japón conmigo.

P. K: ¿Qué zona de Japón calificarías como fundamental para cualquier visitante?

M. G: Japón es fascinante en sí mismo. En el momento que pisas Japón yo creo que no es tanto los lugares que visitas sino el estar allí, la cultura, la forma de vida, la comunicación, el respeto… Algo que creo que siempre le recomendaría a cualquier persona occidental es que viviera un tiempo en oriente, es muy enriquecedor y cambia un poco tu forma de pensar, de vivir en sociedad, de comunidad y grupo… En cuanto a lugares, Tokio es de mis favoritos sin duda como megalópolis maravillosa, pero creo que también Kioto es un lugar muy especial, Fujisan, Okinawa, Mijayima… hay muchos lugares, pero creo que la experiencia no es tanto un lugar específico sino estar allí.

P. K: Un día normal en Japón es…

M. G: Un día normal en Japón…bueno, un día normal en Tokio es levantarse muy pronto por la mañana, coger un tren que está muy muy lleno de gente para llegar al trabajo, y trabajar muchas horas. Pero sí que es verdad que siempre en un entorno privilegiado para los que somos extranjeros, pues nos tratan como muchísima amabilidad, respeto, incluso admiración, y eso es un lujo porque, aunque no estés seguro de todas las normas sociales o a veces metas la pata en situaciones culturares, son muy comprensivos. Yo creo que una de las cosas que se aprende en Japón en el día a día es que vivimos en comunidad y que las personas de esa comunidad son tan importantes como uno mismo, tienes que apoyarte en ellas y respetarlas y eso creo que es algo que se aprende en la rutina…respetar a los demás y vivir en comunidad.

P. K: ¿Crees que las personas de Europa o de España deberían aprender algo de las normas de trabajar en Japón?

M. G: Bueno, creo que cada país tiene sus normas y son parte de su idiosincrasia. Quizás en occidente en general la cultura está más centrada en el individuo.  Lo bonito de la cultura japonesa es que ellos enfatizan mucho lo de ser parte de una comunidad. Otro aspecto importante del día a día son los valores cívicos. Recuerdo una vez cuando estaba cruzando la calle con el semáforo parpadeando para ponerse en rojo, algo habitual cuando tenemos prisa, por ejemplo, y recuerdo a una madre con su niño detrás de mí diciéndole: “¿Ves lo que esa chica acaba de hacer? Eso es lo que nosotros no debemos hacer, hay que esperar y solamente cuando el semáforo esté en verde podemos cruzar”. Y yo entonces pensé: ostras, qué buena forma de enseñar al niño con un ejemplo de algo que no está bien. Y no deberíamos hacer.

Y luego también algo fundamental como sabes es la puntualidad. De hecho, ellos siempre tiene en mente que si llegas 5 o 10 minutos tarde, le estás quitando ese tiempo a las personas con las que has quedado; si has quedado con 6 personas, les habrás robado una hora de su tiempo a cada una. Eso es algo también que te queda tan grabado que sabes que no vas a llegar tarde porque no es tu tiempo el que estás desperdiciando y malgastando, sino el tiempo del resto de personas.

P. K: ¿Como extranjera, ¿te sentiste parte de la sociedad japonesa en algún momento?

M. G: Yo mucho. Creo que los extranjeros en general somos muy bien recibidos y te sientes rápidamente parte de la sociedad. Además, gran parte de mi entorno personal y profesional se desarrollaba con japoneses, así que me sentía una más.

P. K: Lo de hablar alto y comer tarde (algo muy español) será bien diferente en Japón…

M. G: Es muy diferente y yo creo que cuando llegas a Japón, aunque ellos siempre hacen por respetarte, tienes que adaptarte a las normas, como nadie habla alto tú tampoco lo vas a hacer. Es igual que el contacto físico o utilizar perfumes fuertes, sabes que no es algo agradable para ellos y lo evitas.

Y lo de comer tarde lo mismo. Te acostumbras a sus horarios. Algo que comparten Japón y España es que después de trabajar los japoneses van al izakaya a tomarse un Chūhai o una NamaBiru y unas tapas, al igual que nosotros salimos de cañas. Sienten un amor por la buena comida y la gastronomía muy parecido al nuestro.

P. K: ¿Así que había aspectos comunes?

M. G: Sí claro, en algunos aspectos no son culturas muy diferentes. Por ejemplo, además de la relación similar con la comida, la familia es tan importante en Japón como lo es en España.

P. K: ¿En tu tiempo en Japón encontraste alguna comunidad hispanohablante?

M. G: Pues parte de mi trabajo se desarrollaba en el Instituto Cervantes, entonces había una comunidad española bastante grande.

P. K: En Japón, ¿el mar o la montaña?

M. G: Ambos, aunque personalmente te diría que quizás la montaña. Los japoneses no entienden el concepto de playa como lo entendemos en Europa. Es decir, ellos no van a tomar el sol a la playa, les horroriza, el concepto de mar allí es más para pescar o navegar. Sin embargo, montañas como los “Alpes japoneses” son lugares maravillosos que llaman la atención. En realidad, más que el mar o la montaña te diría naturaleza.

P. K: ¿Qué consejo le darías a los estudiantes de la Universidad de East Anglia que van a estudiar a Japón para completar su año en el extranjero?

M. G: Que se olviden de dónde vienen y que se metan de lleno en la cultura, que se relacionen con la gente japonesa, que aprendan, que experimenten algo nuevo por muy diferente que sea. Creo que es una experiencia única y una oportunidad increíble para explorar una cultura llena de posibilidades.