Idiomas y personalidad

POR Chloe Franklin REVISADO POR Montserrat Montoya Mestre

¿Sientes que tienes una personalidad diferente cuando hablas otro idioma? No, no estás solo. Varios estudios demuestran que es posible sentirse una persona completamente diferente en lenguas distintas. Si tomamos como referencia la hipótesis de Sapir-Whorf, entenderemos que la lengua determina fuertemente el pensamiento del hablante, lo que significaría que pueden existir diferencias en la forma en que dos hablantes de diferentes lenguas resuelven ciertos problemas.

Pero, ¿qué partes de la personalidad cambian cuando hablamos diferentes idiomas? Un estudio realizado en 2005 y publicado en la revista Moi señala que los idiomas tienden a cambiar nuestra perspectiva de la realidad y nuestras emociones así como nuestro comportamiento. El estudio demostró, con un ejemplo de varias lenguas, que el cambio de personalidad se da por la fluidez con la que hablamos con los demás. El ejemplo revela que el inglés tiende a hacer más amable a las personas, mientras que las lenguas francesa y hebrea tienden a hacer de las personas emisores más directos y fuertes.

Dicho esto, no todos los bilingües y plurilingües cambian de personalidad cuando hablan otro idioma. Jill Hadfield, profesor de idiomas en el Instituto Tecnológico de Unitec en Nueva Zelanda, explica que aprender un idioma sin ningún contexto no afecta ni influye en la personalidad, ya que el hablante no desarrollará ninguna identidad. Es decir, aprender un idioma no solo es vocabulario y gramática, sino la inmersión en la vida y cultura del país de interés.

El contexto en el que se aprende otra lengua es un rasgo fundamental. En esta situación, la cultura se incorpora en su sentido de identidad cuando te expresas en ese idioma. En cambio, si estudias mandarín en una clase en los Estados Unidos probablemente te influirán las creencias sobre la cultura china basadas en estereotipos mezcladas con las creencias del profesor.

El cambio de personalidad depende de diferentes factores: el lugar donde se aprende, la situación en la que se use y la percepción de la cultura del país (el contexto de aprendizaje).

La Universidad de Connecticut de 2006 llevó a cabo un estudio basado en una prueba de personalidad con un grupo de mexicanos que vivían en los Estados Unidos con cinco rasgos fundamentales de la personalidad: extraversión, apertura, amabilidad y conciencia. Los resultados mostraron que las respuestas en la versión inglesa señalaban altos puntajes en las cualidades de extraversión, amabilidad y conciencia, debiéndose a la cultura individualista en los Estados Unidos, donde hay un alto nivel de asertividad, logro y amistad. En el estudio también se les pidió que facilitaran una descripción de su personalidad. Al escribir en español, las personas hablaban de sí mismas en referencia a la familia, las relaciones y los pasatiempos, mientras que al escribir en inglés hablaban sobre sus logros, estudios universitarios y las actividades cotidianas.

Por su parte algunos académicos no creen en la posibilidad de que los idiomas influyan en la personalidad, sino que estos cambian nuestra perspectiva del mundo. Por ejemplo, Panos Athanasopoulos (Lancaster University) plantea que una persona bilingüe posee “dos mentes” para observar la realidad. Asegura que “los hablantes bilingües parecen cambiar de una perspectiva a otra dependiendo de la lengua que esté más activa en sus mentes. […] Pueden cambiar de perspectiva con la rapidez con la que cambian de lengua”. Todo esto revela que los bilingües son capaces de entender diferentes perspectivas y parecen cambiar de opinión basándose en el lenguaje más activo de sus mentes y su pensamiento se vuelve más flexible.

¿Es posible que ambas posibilidades se mezclen? ¿Se utilizan gestos y comportamientos diferentes en otro idioma? ¿Se ve el mundo de manera distinta?