Valeria Tosi: historias personales de 15 países

POR Harriet King y Ruth Vaughan REVISADO POR Pilar Pecharromán

HARRIET KING (H.K) Y RUTH VAUGHAN (R.V): Bueno, para comenzar, ¿cuánto tiempo llevas trabajando en el centro de refugiados en Berlín?

VALERIA TOSI (V.T) : He trabajado en dos centros diferentes en Berlín. En el primer centro trabajé un año y medio, y ahora en el segundo en el que trabajo hoy en día, llevo casi dos años y medio.

H.K. / R.V.: ¿Cuántos refugiados viven en el centro de Berlín? ¿de dónde proceden estos inmigrantes?

V.T.: En el centro viven 386 personas que proceden de países muy diferentes. Tenemos quince nacionalidades dentro del centro y como van y vienen, la presencia fluctúa mucho. Cada mes tenemos gente nueva y de nacionalidades diferentes.

H.K. / R.V.: ¿En este momento de dónde viene la mayoría?

V.T.: Siria es el lugar de donde la mayoría de ellos viene. También tenemos muchos chicos de Iraq y de Afganistán. Tengo que decir que en los últimos meses han cambiado mucho las cosas y muchos de los chicos que han llegado recientemente proceden de países africanos como Nigeria, Gambia y Eritrea.

H.K. / R.V.: ¿Qué actitudes y aptitudes necesita una persona para poder trabajar en un centro de refugiados?

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V.T.: ¡Buena pregunta! Se necesitan muchas actitudes diferentes. Por mi experiencia, esa persona tiene que saber escuchar. Hay que escuchar a veces durante horas. Los inmigrantes llegan con muchos problemas pero también con muchas habilidades que hay que descubrir juntos porque en ocasiones no saben o no quieren decirlo. Por lo tanto, es un trabajo largo que necesita atención durante meses. Hay que tener mucha paciencia y saber construir una relación de confianza. Luego, hay que tener un buen equipo con el que trabajar porque solo no haces mucho. Hay que contar con compañeros que tengan una actitud similar a la tuya y con los que puedas coordinarte bien.

H.K. / R.V.: ¿Cómo te comunicas con los inmigrantes?

V.T.: ¡Con las manos y los pies! Los chicos y las chicas que llegan a nuestro centro ya han pasado previamente por otros centros donde normalmente han permanecido entre tres y seis meses como mínimo. Posteriormente llegan a nuestra sede que es un centro de segunda acogida. En este sentido ya manejan un poco el alemán así que normalmente intentamos hablar en esta lengua, aunque sea un alemán muy básico.

Una de las tareas que tenemos por delante es mejorar su alemán o ayudarlos a aprender el idioma mediante las tareas diarias. Si con el alemán no funciona pasamos al inglés o si tenemos suerte hablamos en sus mismos idiomas. Si no hablamos dichas lenguas solicitamos ayuda para facilitar la comunicación, a veces chicos o chicas del mismo centro o alguien externo si se trata de asuntos de índole privada. En cualquier caso, la mayoría de los jóvenes domina el árabe, el farsi, el darii o el swahili.

H.K. / R.V.: ¿Has trabajado en otros centros de refugiados en el continente europeo?

V.T.: Si, en Berlín en dos diferentes y en un centro en Turquía.

H.K. / R.V.: ¿Qué se necesita en un centro de refugiados para poder trabajar con dignidad atendiendo las necesidades reales de los inmigrantes?

V.T.: La dignidad es un concepto muy amplio que significa muchas cosas y comprende muchos aspectos. En el trabajo social hay que tener una actitud positiva y optimista porque tú eres la primera persona con la que ellos se encuentran. Eres como un espejo de la sociedad y tienes una responsabilidad muy grande.

Por lo que ser refiere al centro en sí, la logística es fundamental para que las habitaciones y las cocinas sean dignas. El centro es un contenedor, no un edificio. Concretamente son dos contenedores muy grandes y cada contenedor tiene 3 pisos donde viven dos personas. Hay que mantenerlos limpios, y los chicos y las chicas nos ayudan a que así sea. Ellos tienen que limpiar cada día, cada vez que cocinan. Tenemos una empresa que viene del centro cada día, que limpia la cocina y los baños. Pese a esta ayuda, cada uno tiene que limpiar, que no pasa siempre, a veces tenemos problemas, pero vamos mejorando poco a poco.

H.K. / R.V.: Los medios de comunicación británicos han contribuido a generar una actitud bastante negativa hacia los refugiados. ¿Dirías que ocurre algo similar en Alemania?

V.T.: Los medios de comunicación orientan siempre la opinión pública. En ocasiones cuentan e instrumentalizan los hechos para que se opine negativamente sobre los inmigrantes.

En Alemania hemos tenido dos eventos mediáticos importantes. El primero fue en 2015 cuando llegó la oleada enorme de inmigrantes a Alemania coincidiendo con la apertura de fronteras llevada a cabo por la Canciller Federal Ángela Merkel. En ese momento, la sociedad también se abrió en gran medida y empezó a reaccionar de manera muy positiva. Un año después, hemos visto movimientos contrarios a los inmigrantes, generalmente liderados por los nuevos partidos alemanes de la derecha. Como consecuencia, la opinión publica ha girado de manera negativa.

H.K. / R.V.: ¿Con qué servicios cuentan los refugiados que conviven en el centro en el que trabajas?

V.T.: Tenemos en el centro diferentes socios colaboradores. Uno de ellos se encarga de ayudar a los chicos y chicas a encontrar trabajo y para ello les ayudan en la preparación de documentos que necesitan para conseguir un puesto laboral. Hacen simulaciones de entrevistas e incluso los acompañan a estas. Generalmente, este primer socio tiene contactos, tanto en el barrio como en Berlín en general.

Por otro lado, tenemos un servicio muy similar que ayuda a los inmigrantes con la documentación legal necesaria (los papeles) Por ejemplo, muchos de los sirios han estudiado en la universidad de Damasco o de Alepo, por lo que cuentan con titulación y tan solo tienen que validar esta documentación en lengua alemana.

Finalmente, tenemos a unas chicas que se ocupan de llevar los papeles al centro de reconocimiento y acompañar a los chicos y chicas a la universidad si quieren empezar a estudiar, siempre y cuando tengan un buen nivel de alemán (C1)

H.K. / R.V.: ¿Es habitual el hecho de obtener un puesto de trabajo?

V.T.: Si les acompañas es un poco más fácil. Acompañarles implica también un trabajo previo de sensibilización para las empresas. En cualquier caso es algo difícil, disponiendo de más oportunidades aquellos que ya han trabajado en sus países de origen. Los que nunca han ido a la escuela lo tienen, evidentemente, más difícil.

Tenemos un apoyo legal de carácter semanal gracias a 3 estudiantes de derecho supervisados por un abogado. Vienen a escuchar a los chicos y darles apoyo en caso de necesidad. Para ello, recogen los datos, hablan del caso con el abogado que supervisa y ponen en marcha el proceso de validación de documentación si es posible.

Tenemos un socio externo que ofrece apoyo psicológico. Muchos de ellos llegan al centro con traumas y precisan de trabajadores sociales que ofrecen terapias. Los escuchamos nosotros inicialmente y, en caso de necesidad, se traslada la demanda a este experto en la materia.

H.K. / R.V.: ¿Qué consejo le darías a alguien que quisiera ser voluntario en un centro / campo de refugiados?

V.T.: ¿Consejos para futuros voluntarios? Simplemente tienes que llegar al centro con un concepto, con una idea. Las necesidades de los chicos han cambiado recientemente. Al principio, la mayoría de los voluntarios se ocupaba de preparar comidas o repartir prendas de ropa. Se necesitaban voluntarios para cubrir las necesitadas básicas pero ahora esto ha cambiado. Estamos en una nueva fase donde las autoridades están preparadas para facilitar estas cosas denominadas básicas, por lo que los centros tienen que apostar por la educación, la formación e incluso la creatividad con actividades como teatro y danza. En líneas generales, todo aquello que puede estimularles para integrarse en la sociedad. Los centros están muy abiertos para aceptar nuevas ideas, arte, cultura, trabajo, y sobre todo la vivienda.

H.K. / R.V.: ¿Sugerirías una estancia en un centro a largo plazo o solo un mes o dos?

V.T.: Yo creo que depende de cada uno y de sus propias expectativas. Si te quedas a largo plazo, durante un buen tiempo, tienes la oportunidad de construir una relación. Si simplemente vas dos o tres semanas, te quedas con lo básico, que igualmente es muy reconfortante y enriquecedor. Depende de lo que cada realmente quiera y de si quiere construir algo más con los residentes del centro.

H.K. / R.V.: A nivel personal, ¿cómo ha afectado a tu vida el hecho de trabajar en un centro de refugiados?

V.T.: Este el mejor trabajo que he hecho en mi vida. He trabajado en diferentes contextos sociales pero este es el lugar y la profesión en los que más me he integrado, y lo digo de forma positiva. Claro que los aspectos negativos existen y a veces hay conflictos. Juegas un papel dentro del centro y hay que respetar las reglas y eso genera conflictos.

Los que viven en el centro tienen mucha confianza en ti y comparten aspectos muy personales y también otros muy traumáticos, relatos que generalmente te llevas contigo, que son muy difíciles de dejar a un lado, al menos al principio. Por otro lado, te agradecen mucho lo que estás haciendo por ellos. Si hablas con ellos al mismo nivel y no tienes una actitud de superioridad, de poder, el funcionamiento es perfecto.

Un factor clave es no olvidarse de las mujeres. Las estructuras de las familias cambian en el momento en el que llegan a Alemania. La mujer tiene que ir, poco a poco, conociendo algunos derechos desconocidos hasta ese momento. A veces se convierten en una parte muy activa tanto dentro como fuera de la familia.

H.K. / R.V.: ¿Te sientes segura como mujer en el centro?

V.T.: Cien por cien. Claro que a veces hay discusiones, pero estas se produce en un lugar muy protegido y jamás he tenido un problema relevante. En este tiempo nadie me ha gritado ni ha intentado golpearme.

Tenemos una normativa importante de seguridad. Si vamos a abordar una situación en una sala normalmente lo hacemos en parejas. Hay que tener mucha confianza en las personas del centro. Claro que existen conflictos entre los chicos e incluso casos de violencia doméstica, algo que, por otro lado y lamentablemente, puede ocurrir en cualquiera sociedad europea. El centro es, en parte, un microcosmo de todos los conflictos globales que están pasando en los últimos años en Europa. Evitamos, en la medida de lo posible, que una persona de Afganistán comparta habituación con un iraní. Eso no quita que ambos sean muy respetuosos en nuestro centro.