Malabarismo

POR Rachel Welch REVISADO POR Daniel Cabeza Campillo

Había una vez una niña que quería ser profesora. Ella trabajó muy duro en la escuela y pensó que toda su vida sería maravillosa, plácida y relativamente fácil. Vaya sueño, ¿eh?

Como en la mayoría de los cuentos de hadas, hay una malvada madrastra, pero no tengo tiempo para hablar de ello. Sería algo así como una novela.

Avancemos entonces rápido hasta el año 2007. Fue entonces cuando conocí a mi esposo y comenzamos nuestra vida juntos. ¡Lo logré!. Había alcanzado una vida perfecta: trabajaba para una excelente compañía en la industria musical y estaba planeando mi boda. Cuando me casé, me instalé en una vida tradicional. Dejé de trabajar y comencé la importante tarea de ser madre. Siempre me habían enseñado que era lo correcto para las mujeres; no es frecuente, lo admito, pero esta vez estaba equivocada.

Conciliación2.jpg

La maternidad es, en ocasiones, dura e ingrata. Pasé cinco años persiguiendo a mis dos hijas antes de que mi marido me preguntara si era feliz. Creo que él sabía que necesitaba un desafío más allá de colorear dentro de las líneas de un libro de entretenimiento para niños. ¡Una metáfora en mi vida!

Fue en ese momento cuando, con el apoyo de mi marido (un hombre increíble que enseña a nuestras chicas a alcanzar metas altas y a romper con el patriarcado todos los días), empecé a estudiar de nuevo. ¡Qué horror! Ahora soy mayor que antes y nada ha cambiado realmente en clase. Todavía es muy difícil hacer amigos, especialmente cuando tus amigos han sido niñas pequeñas durante tanto tiempo. Mi primer curso fue Access to HE (Acceso a estudios superiores) en Great Yarmouth College. Fue una buena oportunidad para reconectar mi cerebro. Me sentía muy preparada para la universidad después de hacerlo. De hecho, el primer año de universidad ha sido bastante tranquilo si lo comparamos con mis expectativas iniciales.

El mayor problema al que me he enfrentado hasta la fecha ha sido el malabarismo al que me enfrento a diario. Me siento culpable todo el tiempo porque tengo que estudiar cuando una pequeña parte de mi está enojada porque quiere cocinar y jugar con las chicas. No tengo demasiado tiempo para salir con mis amigas y resulta muy difícil hablar con ellas porque parecen muy felices con la vida que yo he rechazado y en la que ellas se sienten cómodas. Hay muchos obstáculos en la educación para estudiantes mayores.

Pero viendo las cosas en perspectiva, lo cierto es que me considero afortunada. He trabajado mucho para llegar donde estoy. Gracias a mis antiguos y nuevos profesores, pienso que será un viaje interesante. Con el apoyo de mi familia tendré éxito y dedicaré este éxito a mis niñas.

Si me ves, salúdame, te prometo que no quiero criarte, estoy demasiado cansada. Solo estoy tratando de sobrevivir (risas).