"Hay mujeres que no quieren ser libres"

POR Ashley Bourke REVISADO POR Alfredo Castro Jiménez

Licenciada en Filosofía y Letras, especialidad de Historia, María Galiana (Sevilla, 1935) ha ejercido como profesora de Historia e Historia del Arte en diferentes institutos públicos hasta su jubilación (2000). Ese mismo año ganó el Goya a la Mejor actriz de reparto, por su único papel protagonista que ha tenido: Solas, un drama sobre la soledad, la pobreza y los sueños ahogados, con Galiana en el papel de madre y esposa sufridora.

Ha trabajado, como actriz, bajo las órdenes de José Luis García Sánchez, Fernando Trueba, Jaime de Armiñán, José Luis Cuerda o Vicente Aranda, y es popularmente conocida por su papel de la abuela Herminia en Cuéntame cómo pasó (2001-actualidad), serie que narra las vivencias de una familia de clase media, los Alcántara, durante los últimos años del franquismo y los comienzos de la Transición española.

ASHLEY BOURKE (A. B): Ha nacido y trabajado en Sevilla, en Andalucía, y ha pasado buena parte de su vida ahí, ¿qué significa Andalucía para usted?

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MARÍA GALIANA (M. G): Pues mira, significa mi tierra más querida, lo que me da la vida, la alegría, es algo de lo que estoy muy orgullosa. Amo profundamente Andalucía, pero esto no quiere decir que no sea capaz de analizar cómo es mi tierra. Yo no soy una persona que cierra los ojos y piensa que es lo mejor. Es lo más querido, pero conozco muy bien sus defectos. Para mí, es el centro de mi vida.

A. B: Usted habla de que los andaluces, que como todos, tienen sus defectos...

M. G: Por supuesto, los andaluces somos indolentes, lo que no quiere decir que no seamos trabajadores, pero somos personas diferentes. Me compararía con los cubanos. Y es que cuando las cosas vienen mal, las afrontamos bastante bien. No luchamos, estamos contentos y seguimos con nuestra vida porque vivir es, por encima de todo, lo más importante. Entonces, eso probablemente nos hace que no salgamos de una especie de molicie y que durante mucho tiempo nos ha acompañado porque no somos luchadores, pero eso no significa pereza sino que son dos cosas bien diferentes. Nuestra manera de enforcar la vida es más sutil y somos más senequistas (de Séneca). Nuestra filosofía es esa que apuesta porque aunque las cosas vengan mal, vamos siempre hacia delante. Esto, sin embargo, a la larga no resulta positivo porque no nos hace luchar.

A. B: Usted fue a la universidad, algo que quizás ese momento desafiaba por completo todas normas sociales...

M. G: En mi época, en los años cincuenta, es un poco equivoco pensar que las mujeres en Andalucía no estudiaban en la universidad. Había muchas que no, una gran cantidad, pero por ejemplo, de mi familia, mis dos tías, hermanas de mi padre ya habían estudiado antes de la Guerra Civil (eran maestras en la época de la Republica) y dos hermanas de mi madre eran también docentes antes de la guerra. Esto no quiere decir que fueran personas económicamente fuertes, en absoluto, pero la tradición docente en mi familia ya estaba establecida. No me supuso nada raro estudiar en la universidad ya que había muchas mujeres que lo hacían. Eso sí, había muy pocas que estudiaban Medicina, casi ninguna que estudiaba Derecho, pero Matemáticas, Química, Física, Historia, Literatura, Latín... sí. El problema es que a las mujeres no les gustaba estudiar en general, pero a mí sí, me gustaba mucho (risas).

A. B: Siendo profesora decide pasar al mundo de la interpretación. ¿Cómo ocurre este proceso?

M. G: Hice teatro en la universidad, en un grupo de teatro llamado teatro español universitario y me gustó. Se me daba bien pero nunca me planteé una carrera como actriz. Me encanta la docencia y siempre he ejercido como profesora hasta mi jubilación a los 65 años. Cuando fui más mayor me volvieron a llamar por si quería hacer una película, con unos amigos, por hacerles el favor. No tenían dinero y no podían pagar a actores profesionales. A partir de esa película, José Luis Sánchez y Juan Diego me empezaron a llamar con más frecuencia y seguí haciendo películas pero al mismo tiempo que daba clases de Historia.

A. B: Cuéntame cómo pasó es un documento audiovisual imprescindible para entender la historia reciente de España. ¿Se imaginaba alguna vez un éxito como el de esta serie?

M. G: No, nunca. Bueno es una cosa muy curiosa porque el éxito es siempre algo que viene y va . Ahora, como salgo mucho en la televisión, parece que esta (la tele) hace mas conocida a la gente. A mí el éxito no me importa en absoluto. Todo lo contrario, me lo paso muy bien de otras maneras. Leo, viajo, escucho música, mi vida nunca ha estado relacionada con el éxito como la de otros compañeros, que van a todas las galas, saraos y reuniones. Los actores suelen pasear por la alfombra roja, los festivales y los eventos. A mí no me verás por ahí porque simplemente no me gusta.

A. B: Para alguien que no ha visto nunca la serie Cuéntame cómo pasó, ¿cómo describiría el mensaje que transmite?

M. G: La serie no es especialmente buena desde el punto de vista de la creación artística. A mí no me gustan las series de televisión en general, ninguna. Me gustan mucho los deportes, muchísimo, me gustan mucho las películas y los informativos pero yo no soy televidente de series. Nuestra serie está bien pero tampoco nada del otro jueves. Tampoco una cosa excepcional, ni muchísimo menos. Yo a una persona que no la ha visto nunca le diría que hemos reflejado durante muchos años la historia de España. A partir del año 1968, cuando España ganó de casualidad el concurso de Eurovisión, hemos tratado de contar la historia del país hasta ahora, que estamos (en la serie) en los noventa. Llevamos grabando dieciocho años y sí, es importante para una persona que quisiera enterarse de la mayoría de acontecimientos históricos que han ocurrido en estos años y de cómo la sociedad española había ido evolucionando durante esos años. Por ese tipo de cosas casi todo el mundo se ha visto retratado en alguno de nuestros personajes.

A. B: Su papel en la serie es emblemático y archiconocido en toda España. ¿Cómo describiría a su personaje?

M. G: Pues mira, lo describiría como un prototipo, una abuela prototipo. Hay muchas clases de abuelas, las hay insoportables, con mucho genio, muy secas, calladas, que no hablan nada... Pero yo he procurado que fuera una abuela a la que todo el mundo entendiera, es decir, una abuela que tiene una manera de pensar bastante libre, bastante abierta, y que tiene una capacidad de apertura bastante grande en todos los terrenos. No es una señora especialmente conservadora, pero sí una abuela comprensiva y cariñosa y que tiene como principal misión que haya paz en la familia y que la sangre no llegue al río. Y de eso estoy muy orgullosa porque he conseguido el universal de abuela con este papel de Herminia.

A. B: ¿Cree que aún hay Cuéntame para rato?

M. G: Yo creo que después de 18 años (la serie empezó a rodarse en 2001) la tendencia será una disminución de la audiencia. A mí personalmente no me han dicho nada pero creo que la serie ya está un poco agotada. Yo creo que nos queda poco. Está dando síntomas de agotamiento.

A. B: ¿Hay algo de Herminia (personaje de Cuéntame cómo pasó) en María Galiana?

M. G: (Risas) Pues mira, no tengo nada que ver con Herminia. Nada de nada. Me parezco como un huevo a una castaña (que te explique tu profesor esta frase). Cuando nosotros empezamos a contar la historia en la serie (1968) en mi vida real estaba en plena efervescencia el mayo del 68 francés, que fue una gran revolución para los que en esa época éramos jóvenes. A veces por la calle me preguntan qué hacía yo en esa época y les repondo que yo andaba leyendo a Simone de Beauvoir (risas). No me parezco en nada. Tampoco me parezco en carácter. Yo soy una persona bastante arisca, no soy nada cariñosa, soy impulsiva, seca, protectora, rebelde. Soy muy disciplinada, muy trabajadora, me levanto muy temprano y estudio. Y nunca, nunca jamás he sido sumisa. Esto que ahora está tan de la moda como es el feminismo, y que es realmente importante, lo llevo yo por bandera desde hace 50 años.

A. B: ¿Qué otros papeles le interesarían si tuviera la oportunidad de participar en otras series o producciones de cine o teatro?

M. G: Justo ahora (en el momento de esta entrevista durante el mes de abril) estoy haciendo teatro. Hago papeles muy diferentes. He hecho casi todo lo de Federico García Lorca y ahora estoy trabajando con otro autor joven. Me gusta mucho combinar y cambiar de personaje.

A. B: Usted ha hablado siempre sobre los derechos de la mujer, ¿se considera una feminista activa? 

M. G: Siempre, pero no me lo he planteado como una lucha. He tenido siempre un maravilloso marido que realmente me ha considerado en absoluta y total igualdad, nunca me ha impuesto ninguna cosa. Al contrario, ha disfrutado mucho con mis éxitos. Nunca he tenido la sensación de estar subyugada o bajo ninguna autoridad. Siempre he sido una persona muy libre a la que no le ha hecho mucha falta luchar porque he hecho lo que he querido, con absoluta y total libertad.

A. B: ¿Qué les diría a las mujeres que sienten que tienen que ajustarse a la tradición, o que simplemente no pueden hacer lo que quieren y ser libres por determinadas razones?

M. G: Es muy difícil. Dificilísimo, por varias razones. Primero porque no todas las mujeres quieren tener libertad. La libertad es muy dura, tomar más decisiones significa tener responsabilidades y responder a los efectos de las decisiones que se toman. Tengo amigas que están muy contentas de estar bajo el dominio de sus parejas, de sus maridos. Les parece estupendo porque no se tienen que molestar ni tienen que pensar. Eso es importante y que no se nos olvide. Y, por otro lado, hay una cosa fundamental y es que para poder ser libre hay que ser económicamente independiente, es decir tener tu propio dinero. Además de todo esto, hay un problema añadido y es que hay una tendencia peligrosa y preocupante entre muchas mujeres que prefieren que les manden, que alguien tome sus propias riendas y así no tener que preocuparse por nada.

A. B: Un sitio, un lugar especial, en el que se siente especialmente feliz…

M. G: Mi casa en Sevilla. Yo soy realmente feliz en mi casa. Tengo una casaa en el barrio Santa Cruz con un patio y la vida de un barrio. Me siento realmente feliz. También me gusta la playa, y de hecho tengo otra casa frente al mar. Pero vamos, no la necesito para ser feliz, tan solo mi casa en Sevilla.

A. B: Un libro que le haya marcado especialmente...

M. G: Leo mucho. Te podría decir que cualquier libro de Saramago... Ensayo sobre la ceguera me conmocionó profundamente. Pero no soy mitómana en absoluto. Ahora tengo el último de Muñoz Molina que aún no le heído. El año pasado leí Ordesa, de Manuel Vilas y me encantó. Pero no sé, no tengo ninguno de cabecera. Me gustan más las novelas que los ensayos o los libros de historia pero leo un poco de todo.

A. B: Un momento inolvidable y otro que sí le gustaría olvidar…

M. G: Para mí esta pregunta no tiene sentido porque soy una persona que vive al día, es decir que no soy nada nostálgica. Soy incapaz de guardar recuerdos especiales en mi memoria. No guardo fotos, no tengo documentos especiales, no tengo apego a las cosas. Tengo un carácter como si fuera una monja (risas), muy despegada de las cosas. No me gusta ser protagonista, no me gusta ser el centro de atención. Y quizás la muerte de mi madre es algo que me sigue lastimando. Pero te digo que no pienso en mí misma. Soy una sobreviviente. Mira, esta casa que me hice con tanto cariño con mi marido, si se produjera un bombardeo o un terremoto y la perdiera mañana acabaría haciendo otra o buscando la forma de salir adelante. Sobrevivir, al fin y al cabo. De eso se trata.