El sacrificio azteca

POR Lucía Rovnakova REVISADO POR Laura Juan Juan

Los Mexicas, hoy en día conocidos como los Aztecas, consideraban la religión un aspecto muy importante y, por lo tanto, casi toda su vida giraba en torno a ella. La fuerza mayor se llamaba Teotl, el creador, el padre de toda la vida. La traducción más frecuente en literatura es ‘dios’ aunque el término puede poseer aspectos más abstractos. Durante el declive de la civilización azteca tanto el último emperador Moctezuma II como los Aztecas se referían a Cortés como Teotl.

Para los Aztecas el mundo estaba compuesto por 3 partes: el mundo terrenal (en el que vivía la gente), el inframundo llamado Mictlan (que pertenecía a los muertos) y el cielo. La existencia humana fue percibida como un ciclo entre el mundo terrenal y Mictlan. El alma de los muertos iba a uno de los tres lugares míticos. Morir al dar a luz, caer en batalla o morir sobre la piedra del sacrificio eran consideradas causas gloriosas y, por lo tanto, la gente reencarnada en colibríes viajaría con el sol por el cielo.Tlalocan, a menudo descrito como un paraíso, era un lugar con mucha vegetación y abundante agua en el que la gente que se ahogaba pasaría el resto de su existencia. Las almas de las personas que fallecieron por causas menos nobles irían a Mictlan – lugar de los muertos.

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Los sacrificios humanos fueron más comunes de lo que la gente cree, sobre todo en la antigüedad, cuando se practicaban en todo el planeta. Se encontraron evidencias de sacrificio y de canibalismo practicados en el Neolítico en varios lugares del continente europeo. En la Antigua Grecia se sacrificaban doncellas a la diosa Artemisa, mientras que en la Antigua Roma se ofrecían a los dioses las personas que no habían cumplido sus promesas o habían engañado a otros. Los juegos de gladiadores, que fueron presentados al público romano como un arte de la alta cultura, sacrificaban no solamente a la gente que ofreció su vida voluntariamente, sino también a los menospreciados. Los Aztecas dependían de la agricultura como fuente principal de comida, ya que era más fácil cultivar que cazar animales. Para asegurarse de que tendrían bastante comida durante todo el año, ofrecían sacrificios a la divinidad. Se pensaba que la comida de los mortales era demasiado grosera y no lo suficientemente nutritiva para que los dioses la consumieran. Igual que las civilizaciones europeas, las culturas precolombinas consideraban el cuerpo humano un recipiente de poder, el cual podía realimentar a los dioses y ganárselos para tenerlos de su lado.

Bernal Díaz del Castillo, un conquistador que participó en la conquista de México, redactó su experiencia en el Nuevo Mundo que incluyó, entre otros relatos, narraciones sobre los sacrificios humanos aztecas. Según sus relatos, los sacrificados eran limpiados en un ritual antes de la ceremonia. Durante la ceremonia, se les extraían los corazones para colocarlos en un recipiente de ritual. Bernal Díaz en sus relatos dice:

“Recuerdo que en la plaza donde se encontraban algunos de los indicios había muchas pilas de cráneos humanos, tan perfectamente ordenados que podíamos contarlos, y conté que eran más de cien mil. Y en otra parte de la plaza había más montones formados por innumerables huesos de muslos, también había un gran número de cráneos y huesos colgados entre los postes de madera...”

Tampoco era extraño que el resto del cuerpo se guisara y se comiera en una fiesta después de la ceremonia. Bernal Díaz del Castillo cuenta:

“Alvarado nos dijo que los cadáveres no tenían brazos ni piernas, y que algunos indios le habían dicho que éstos habían sido llevados para ser comidos. Nuestros soldados estaban muy impresionados por tanta crueldad”.

Se sacrificaban sobre todo prisioneros de guerra y esclavos, aunque para los dioses del maíz se sacrificaban niños. La estimación de cráneos que vió Bernal Díaz en las ciudades fue escasa, ya que se descubrió que los Mexicas ofrecían a los dioses unas 250 mil personas al año. Creían que la única manera de satisfacer a los dioses era ofrecerles la sangre y el corazón humano a cambio de la buena suerte. El corazón contenía fuerza divina llamada teyolia. Era una forma de ‘fuego divino’ responsable de la sensibilidad humana y del pensamiento. Los Aztecas pensaban que el corazón extraído y dedicado a un dios le daría energía. Además de la energía, la teyolia llevaba consigo también súplicas de las víctimas. Aunque las ceremonias varían según el dios al que se le dedica, había unos elementos comunes que acompañaban a los sacrificios. El ayuno fue un elemento imprescindible que precedía al ritual. Solía durar 4 días (o un múltiplo de 4) durante los cuales los participantes comían solamente una comida al día, no podían bañarse ni tener relaciones sexuales. Las ceremonias presacrificio que fueron mayormente influidas por el uso de drogas psicoactivas incluían celebraciones, bailes, oraciones y cantos rituales.