Estereotipos británicos

POR Giulia Serenato Aguiar REVISADO POR Alfredo José Castro Jiménez

Uno piensa en Reino Unido y un sinfín de estereotipos y tradiciones milenarias van surgiendo a una velocidad asombrosa: La Reina y la Realeza, un consumo excesivo e incesante de té (con leche), el infame fish and chips, una puntualidad impecable, una educación exquisita, una manía por las cabinas de teléfono rojas y los taxis negros... ¡y eso que son solo las mundialmente conocidas!

Parece improbable que teniendo la cultura inglesa tan presente en nuestro día a día seamos capaces de sorprendernos por determinadas rutinas y costumbres de este nuestro país vecino. Sin embargo, las cosas cambian drásticamente cuándo uno decide vivir en Reino Unido. Inevitablemente algunas veces, y sobre todo al nada más llegar, ocurren choques culturales que originan situaciones bastante incómodas. Pero una cosa es cierta, y eso es que uno acaba desmantelando diversos estereotipos. Algunos resultan ser ciertos, otros sólo a medias, pero una cosa es incuestionable: Los ingleses (y sus estereotipos) nunca son como nos lo presentan en la pequeña y gran pantalla.

Dejando a un lado algunas de las mundialmente conocidas costumbres británicas, pasemos a desarrollar algunos de los estereotipos menos idealizados y que uno sólo descubre cuando decide realizar una inmersión cultural. Empecemos con nuestra rutina diaria, y, por lo tanto, todo lo mencionado a continuación será basado en hechos y acontecimientos reales.

¿Cuántos estereotipos crees que podemos desenmascarar en sólo un día?

1. Británicos y moquetas = VERDAD

Quitando la cocina y el baño (si tienes suerte), encontrar un único centímetro sin moqueta en una casa británica es algo imposible, llegando incluso a rozar la obsesión. Y seamos sinceros, choca bastante a los españoles en general, pero nadie quita que despertarse por la mañana y poner el pie en el suelo calentito no sea de agradecer.

2. Té, please = VERDAD

Sirve para absolutamente todo, desde romper el hielo hasta una pedida de matrimonio, pero eso sí, no te atrevas a prepararlo mal, porque eso es una ofensa nacional. Dejando a un lado el modo de preparación del té, mejor que ni se te ocurra calentar el agua en el microondas, porque la reacción de un inglés sería algo tal que ¿estás hirviendo agua... en el microondas? Acompañada, claro está, de una mirada incrédula. Lo más sorprendente será cuando te des cuenta de que tú también ya eres un amante del té, y de que tu armario está lleno de diversas variedades compras en el mercadillo local.

3. Live <<6 mins>> = VERDAD A MEDIAS

La puntualidad británica es maravillosa e indiscutible, el 90% de las veces. Cierto es que al principio los españoles sufren con adaptarse a esa puntualidad, pero todo hay que decirlo: hay una excepción a la regla. Los autobuses. Si tienes suerte, llegará sólo entre 5 y 10 minutos más tarde de lo que dice la aplicación. Eso sí, atento a la cola, porque si decides "hacerte el despistado" (en cualquier tipo de cola), prepárate para miradas asesinas y maldiciones que durarán hasta tu tercera generación.

4. ¡No invadas my bubble! = VERDADERO

Algo tan natural como dos amistosos besos en la mejilla puede ser interpretado erróneamente, sobre todo si hablamos de personas de género opuesto. Aunque eso sí, si tu objetivo es mostrar segundas intenciones, ¡adelante!

¿La mejor opción? Decir hola y wait for it, momento incómodo hasta que alguien decida sacar alguna conversación, que seguramente será relacionada con el tiempo. Ya sea porque ha llovido mucho los últimos días o que no ha llovido en absoluto.

5. Del Mac n'cheese al fish and chips = FALSO

Uno de los peores errores es asumir que la gastronomía local es más bien sosa e incomible. ¿Cómo es posible entonces que varios chefs de renombre mundial sean ingleses? Ocurre lo mismo que en cualquier país. Una mala experiencia condiciona cualquier futura experiencia, pero al contrario de lo que se cree, no todo se fríe con mantequilla, no toda la comida viene enlatada y no siempre la limonada es lo que uno se piensa. Hay que saber elegir dónde comer, porque si una cosa es cierta, eso es que la gastronomía inglesa puede resultar muy sorprendente. Nunca subestimes el poder de un cream tea o un buen desayuno inglés. Seguro que acabarás con algunos antojos muy británicos. ¡Espera y verás!

6. ‘You can stand under my umbrella, ella, ella, eh, eh, eh’ = FALSO

Te imaginas las típicas botas de agua hasta casi la rodilla, una gabardina impermeable y preciosos paraguas transparente con dibujos de moda. Pues… igual no… Porque los paraguas por aquí son algo muy raro. Asombroso, ¿no? Pues es cierto. Aunque llueva muy a menudo, verás muy pocas personas por la calle usando un paraguas. Al principio es algo que no tiene ni pies ni cabeza, pero cuando ya tienes algo más de experiencia entiendes porque el paraguas es algo totalmente inútil. Por muy grande (y caro) que sea el paraguas, acabarás siempre encharcado porque nunca llueve ‘como Dios manda’. Culpa del viento, claro.

7. I beg your pardon? = VERDADERO

Sí, esta es una de las situaciones en las que haber estudiado pragmática te puede ser muy útil. Aunque sea verdad y los ingleses a veces se pasen de pragmáticos, no hay nada de malo en ello. Es otro encantado tan característico de los británicos. Al principio es bastante problemático que seamos tan directos y no nos andemos con rodeos. Pero con el tiempo uno se va adaptando, y ya pasa a ser algo bastante intuitivo. Sin embargo, todo ese proceso de adaptación nos va dejando con alguna que otra anécdota bastante graciosa, cómo negarle a tu casera que use el ‘loo’.

8. Antes muerta que sencilla = VERDAD A MEDIAS

Todo depende del contexto. Si hablamos de ir a pasear por el centro o al supermercado de en frente, a los ingleses les da absolutamente igual lo que estés vistiendo, no te mirarán raro ni oirás ningún comentario por lo bajini, aunque estés vistiendo tu pijama de Stitch del Primark (verídico). En ese caso, es totalmente falso que a los ingleses les obsesiona la moda y están todo el rato vestidos de forma impecable. Ahora bien, si analizamos la cola de una discoteca, las cosas cambian drásticamente. Ahí sí son la imagen en carne y hueso de Miranda Priestly y sus ‘clackers’, con tacones de infarto y mini faldas de lentejuelas. Lo que sorprende no es el hecho de ese cambio drástico entre día y noche, sino el pequeño detalle de la temperatura. Aunque haga sol, llueva o nieve, estas clackers estarán sin medias, sin abrigo y sin absolutamente nada que les resguarde del frío, todo en pro de la moda.

Uno se percata de ello tan pronto llega a cualquier ciudad de Reino Unido. El único momento en que todo ello deja de ser verdad es cuándo uno, por fin, crea amistades. Pero eso, mejor que cada uno lo averigüe por si mismo.