Reseña de H is for Happiness —los problemas emocionales de los adultos vistos a través de los inocentes y brillantes ojos de una niña

POR Luke Buckmaster (The Guardian) TRADUCIDO POR Andrea Sanz de la Rosa

Acaramelados elementos visuales dan sabor a esta adictiva historia acerca de una niña precoz y su empeño en resolver los problemas del mundo.

Basada en la novela de Barry Jonsberg My Life as an Alphabet, la película H for Happiness, dirigida por John Sheedy, trata el paso de la niñez a la adolescencia. Cuenta con una fotografía deliciosamente brillante que parece estar inspirada en la apariencia de un puñado de piruletas o una bandeja de cupcakes de los colores del arcoíris. Esta dulce e irresistible estética evoca al niño que llevamos dentro, mientras que la narrativa acerca de una idiosincrásica niña de 12 años empeñada en resolver los problemas del mundo (especialmente los de su propia familia) representa al adulto que hay dentro de los niños. Así, esta película deja a los jóvenes con mucho acerca de lo que reflexionar sin que se sientan sermoneados.

8039.jpg

Una inolvidablemente vibrante Daisy Axon interpreta a Candice, que con su cara angelical, sus pecas, unos brillantes dientes blancos y el pelo rojo trenzado al estilo Pippi Calzaslargas se convierte en el tipo de personaje que no puedes evitar querer ver en pantalla pero que en la vida real te parecería un buenazo insufrible. Esto se deduce desde el principio de la película, cuando la profesora de Candice, la señorita Bamford (Miriam Margolyes), pregunta a sus alumnos si tienen alguna duda acerca de la tarea y Candice, cómo no, las tiene, lo que provoca un gran suspiro colectivo entre sus compañeros. No es la primera vez que se encuentran en la misma situación.

Un chico nuevo en la escuela se convierte en el mejor amigo y el posible novio de Candice. Este se llama Douglas Benson (Wesley Patten) aunque, según Candice, su verdadero nombre completo es “Douglas Benson de la otra dimensión”, título que ella le otorga porque Douglas afirma haber viajado por los planos de la realidad, aunque al mismo tiempo admite que su experiencia en “manipular las dimensiones e invocar a la gravedad” es una manera glorificada de decir que se cayó de un árbol.

1307817_hisforhappiness_541252.jpg

Cuando nos cuenta la historia de cómo cruzó las dimensiones, Douglas se queja de que un “idiota con una bata blanca” le hizo un diagnóstico “falto de rigor científico” y “francamente insoportable” que establecía que tenía problemas mentales. Ningún niño habla así, claro, ni nadie, ni siquiera un adulto se expresa con la misma grandilocuencia que sale de la boca de Candice. “Tu vocabulario es sorprendentemente elevado para una niña de 12 años”, dice su profesora, haciendo una observación de un hecho que sin duda la audiencia ya ha notado. Su elocuente y joven alumna le explica que su libro favorito es el diccionario y lo lee todas las noches.

Los aparatosos diálogos de la película podrían haber sido un problema, por ejemplo, en un filme social realista con un rudo ambiente callejero. H is for Happiness nos proporciona una experiencia muy diferente: las dulces y brillantes imágenes son la manifestación más evidente de que es una película que, aunque está más o menos basada en nuestro mundo, tiene la cabeza en las nubes, con referencias frecuentes a lo fantástico. ¿Qué podemos decir, por ejemplo, del pequeño y precioso caballo blanco que sigue a Candice y Douglas hasta el bosque y parece haber salido de un libro de ilustraciones? ¿Deberíamos considerar que Douglas Benson sea realmente de otra  dimensión?

La fotografía de Bonnie Elliot (que recientemente ha participado en el rodaje de The Hunting, Palm Beach and Undertow), con los colores del arcoíris y mucha saturación, también nos transmite cualidades mágicas. Estas imágenes brillantes se apoyan en gran medida en el diseño de producción de Nicki Gardiner, el vestuario de Terri Lamera y la dirección de arte de Marita Mussett. H is for Happiness parece ser una de esas películas muy divertidas de rodar.

Sheedy emplea numerosos planos de perspectiva lineal, dirigiendo a los espectadores hacia el centro de composiciones simétricas. El cineasta contemporáneo más directamente asociado a este tipo de imágenes es Wes Anderson, quien, al igual que Sheedy, no cree que haya ningún problema en mezclar una verdad dramática y emocional con golosos efectos visuales. H is for Happiness hace además sus pinitos en la fotografía aérea de comida, otro de los rasgos distintivos de Anderson. Esta y la encantadora comedia dramática de 2016 La chica dormida, son probablemente las películas más “Andesonianas”del la historia del cine australiano.

La palabra “excentricidad” se te viene a la cabeza, un tipo de excentricidad quisquillosa y exigente, cargada de artísticos elementos visuales y con una especie de incandescencia “instagrameable”  de alta gama. La estética acaramelada de H is for Happiness nos da a entender a los espectadores que estamos observando el mundo a través de los ojos optimistas de una niña, lo que se convierte en una experiencia particularmente interesante en el momento en el que el guión de Lisa Hoppe afronta los problemas emocionales de los adultos. Por un lado, Jim, el padre de Candice (Richard Roxburgh) y su tío Brian (Joel Jackson) no se llevan nada bien y esconden profundas heridas que sanar. Además, su madre Claire (Emma Booth) es dada a sufrir episodios de melancolía y algunas veces podremos verla mirando a la distancia con tristeza, observando su mundo de desesperante monocromía.

El arco argumental se asemeja a un producción teatral escolar, lo que indica un final cliché de esos de “copia y pega”. Sin embargo, lo han hecho de manera que es casi o incluso completamente imposible odiar, utilizando el viejo truco de las bromas escatológicas para difuminar el sentimentalismo. Hay muchas cosas que tener en cuenta en esta película, muchas cosas que disfrutar. No solo la ves con colores chillones y brillantes, también la recuerdas así.