El descontento chileno

POR Matt Ladd REVISADA POR Raúl Cruz Delgado

Casi las 5 de la tarde del viernes cuando llegué a la estación del metro de Plaza de Maipú, la plaza de unas de las comunas más australes de Santiago. Era mi séptima semana en Santiago trabajando como asistente de idiomas y estaba de camino al trabajo para ayudar en una clase del turno de noche.

Como llegaba tarde, decidí andar más rápido por la escalera mecánica para ir más rápido hasta que llegué a un embotellamiento de gente. De repente un hedor acre similar al de la pólvora llenó el aire y después de unos gritos de “ahh conchatumadre” apenas podía mantener los ojos abiertos. Ahora todos estaban tapándose la boca con la mano o frenéticamente buscando un pañuelo, haciendo cualquiera cosa para aguantar la nube de gas lacrimógeno.

¿Qué diablos estaba pasando? Santiago es una ciudad en la que puedes ver actuaciones en la calle con las que o te partes de la risa o te quedas sin palabras, pero esto no tenía sentido. Cuando llegábamos a la cima de las escaleras mecánicas, nos encontramos con un gran grupo de de carabineros que llevaban uniformes caquis y nos mantuvieron detenidos al lado de los molinetes. Aparte de las ordenes de los carabineros, todo lo que podía oír era la lluvia de escombros que la gente tiraba a través de las ventanas de la estación. Estuvo claro que alguien no estuvo contento. Mientras que nos dieran paso por la salida de emergencia, piedras siguieron rebotando en el pasaje al lado de la estación. Al parecer ¡Corre, corre, corre! era el método de control de masas preferido de los carabineros.

Conseguí escapar ileso, pero ¿de dónde había venido esa repentina ola de descontento violento? La semana anterior me había mofado a un otro británico por quejarse sobre la subida de la tarifa del metro durante la hora punta de 30 pesos chilenos – que en libras sería como unos £0.03. Aunque para mi dicha cantidad fuera muy pequeña, esta subida fue la gota que colmó el vaso frente a años de rabia creciente hacia el gobierno por el alto costo de la vida y el estado de desigualdad a lo largo del país.

Declarado por muchos como la punta del témpano, esta tarifa del metro se complementaba con los llamados “abusos” que durante décadas había llevado a cabo el gobierno. Algunos de estos abusos traducidos a los excesivos sueldos de algunos funcionarios y militares, la falta de inversión en el sistema de educación pública y los elevados impuestos con poco acceso a beneficios sociales. La mitad de la población chilena gana menos de £430 al mes. Mi compañero de piso me contó que mi abuela recibía una pensión de 160.000 pesos chilenos en total – esto equivale a tipo £155.

A lo largo de todo Chile, el pueblo ha decidido que está cansado de abusos y que las reformas sociales radicales son necesarias. Esto incluiría escribir una nueva constitución – ¡la constitución actual se redactó durante la dictadura de Pinochet! La repuesta inicial del presidente Sebastián Piñera en la que afirmó que el gobierno estaba “en guerra contra un enemigo poderoso” enfureció al pueblo, todavía más.

Desde ese cortado discurso inicial del presidente, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile ha concluido que hay más de 2.300 de personas hospitalizadas, 24 se han fallecido y más de 270 han sufrido heridas graves como resultado de las balas de goma y los botes de gas lacrimógeno al rebotar.

Piñera ya ha adoptado un enfoque más comprometedor y en unos de sus discursos más recientes admitió que algunas unidades de la policía y las fuerzas armadas infringieron las normas de conducta. Luego declaró que se les investigaría.

Desde el estallido de las protestas han habido más de 1.000 casos de abusos denunciados. Bárbara Sepúlveda Hales, una abogada y activista feminista ha descubierto casos de abusos sexuales sobre una plétora de comisarías chilenas.

En noviembre la anterior presidenta de Chile y la actual alta comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, Michelle Bachelet, envió un equipo para investigar más a fondo las acusaciones de violaciones en Chile.

Después de unas semanas traumáticas pero históricas para Chile, el gobierno ha anunciado el plan para convocar un plebiscito en abril 2020 en el que el pueblo podrá elegir si la constitución actual sigue como está o se vuelve a ser escrita.

Aunque continúan teniendo lugar algunas protestas pacíficas en Chile, la volatilidad de las manifestaciones ha disminuido bastante. El transporte público aún opera en servicio mínimo pero la gran mayoría de chilenos han podido volver a hacer horarios laborales normales. Sin embargo, incluso a los chilenos les cuesta pronosticar cómo continuará la situación. Pero por ahora, a lo mejor, podemos tener la esperanza que Chile está tomando su primer paso hasta ejecutar una constitución redactada y aprobada por el pueblo chileno y que no haya una constitución diseñada por 6 hombres sentados alrededor de una mesa en los años 80 e introducida en el día a día del pueblo por un violento dictador.