El eterno debate sigue sobre la palestra

POR Carol Waleed Fathi Abdelmonem   REVISADO POR María Aranda Bravo

En los últimos meses hemos sido testigos de grandes tragedias y de masacres violentas, tragedias perpetradas con el mismo patrón: un arma de fuego legal y muchas víctimas.  Recientemente recordamos, por ejemplo, la última masacre que se ha cometido en los Estados Unidos el 14 de febrero del 2018. Las víctimas en cuestión eran estudiantes de un colegio en Florida, Estados Unidos, cuyo asesino fue un estudiante aparentemente normal, pero con una única diferencia: un pasado lleno de rabia y de violencia mezclado con una pasión irracional por las armas.

Desafortunadamente, historias como la del colegio en Florida no constituyen ninguna novedad. De hecho, en la última década se observa que se han producido sólo en los Estados Unidos más muertos por arma de fuego que por otros accidentes o ataques terroristas. Por tanto, es evidente que este tema se ha convertido, particularmente a la luz de hechos recientes, en un tema urgente a debatir. Además, es cierto que son episodios como estos los que nos hacen reflexionar. En particular, una postura recurrente en los recientes debates, tanto en televisión como en las redes sociales, es la siguiente: en un país donde tener armas está justificado por la constitución, ¿es posible que cambie en los próximos años? Para responder a este dilema y tener una discusión constructiva, habría que analizar la historia de los Estados Unidos y sucesivamente comprender las razones de ambas partes sobre la legalización de las armas de fuego.

Históricamente este debate tiene raíces profundas que se remontan hasta el siglo XVIII. En aquella época cada estado todavía funcionaba de manera independiente, dejando la seguridad general del país a ciudadanos comunes que se convertían en una especie de soldados "a media jornada". Sin embargo, con la creación de la primera constitución se estableció la formación de un ejército profesional encargado de mantener el orden general del país. Lamentablemente cuando esta constitución fue revisada por los otros estados miembros se generó la cuestión sobre las milicias, ya que muchos   veían en esta primera ley un intento por centralizar todo el poder en un único ejército. Por este motivo y para evitar contrastes inútiles se redactó la segunda enmienda de la constitución. De manera que cualquier ciudadano que cumpla con los requisitos básicos puede llevar armas.

A lo largo de los últimos años se han generado dos frentes relativos a la legislación armamentística. Las personas que están a favor consideran la abolición de la segunda enmienda como algo anticonstitucional impidiendo su derecho como ciudadanos de defenderse. Incluso algunos piensan que se trata de una tentativa para desarmar a la población e implementar una especie de tiranía federal. Actualmente esta posición ve como su máximo exponente a la "Asociación Nacional de Rifle".

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Por otra parte, los que están en contra de esta tendencia, ven en la restricción de la segunda enmienda, la ocasión para invertir en seguridad, incrementando el número de oficiales y la introducción de políticas más severas, sobre todo las relativas a la licencia de armas. Además, aunque muchos son conscientes de que es muy difícil llevar a cabo un cambio tan radical, afirman que a través de campañas de sensibilización o programas de control de salud mental y educación se puede alcanzar un ligero cambio en la mentalidad de la población. Un claro ejemplo es la protesta ocurrida en febrero delante de la Casa Blanca o las marchas "por la vida" que tendrán lugar en abril en las escuelas estadounidenses.

Llegamos a este punto, es posible comprender las razones por las que este argumento provoca tanta controversia. Quizás la actitud hacia este tema pueda cambiar gracias al trabajo que los jóvenes estadounidenses están haciendo a través de marchas, protestas y manifestaciones, dejando un claro mensaje al mundo: es necesario un cambio inmediato porque nadie merece perder a un amigo, un hijo u otros queridos, nunca más.