Un grado en Traducción: ¿vale realmente la pena?

POR Elayna Phirippis REVISADO POR Alba Castelló Soler

La situación a primera vista

En nuestra sociedad actual no se puede negar que estamos en un proceso de progresiva globalización, es decir, la integración mundial en ámbitos de índole político, económico, social, cultural y, por supuesto, tecnológico. Y como resultado, la traducción ocupa, ahora más que nunca, un lugar cada vez más importante como profesión.

El número de estudiantes que quiere empezar una carrera en Traducción está en aumento, y con ello incrementa más la demanda de servicios de traducción. Sin embargo, no se hace necesariamente fácil adentrarse en esta línea de trabajo. De hecho, Traducción e Interpretación se considera uno de los grados con la nota de corte más alta en muchas universidades de todo el mundo. No basta solo con hablar dos o más idiomas con fluidez; a los estudiantes se les exige también un conocimiento amplio de la cultura de dichos idiomas a la vez que otras competencias como la capacidad de adaptación de registros del lenguaje y la utilización de programas especializados de traducción.

La traducción automática y las herramientas TAO (Traducción Asistida por Ordenador) o mejor dicho, las “máquinas” de traducción, son utilizadas cada vez con mayor frecuencia entre los profesionales en el proceso de traducción. Pero con la evolución rápida e incesante de estas nuevas tecnologías (Google Translate y DeepL como ejemplos claros y modernos) viene inevitablemente el riesgo de que el futuro de los traductores se perfile incierto. Entonces, con una carga de trabajo tan exigente y el poder potencial que pueda traer consigo la inteligencia artificial en un futuro cercano, debemos preguntarnos: ¿realmente merece la pena estudiar Traducción? Averigüémoslo.

¿Quieres ser traductor?

Si estás pensando en hacer la carrera de traducción es necesario que sepas exactamente en lo que te estás metiendo desde el principio. Primero, tienes que estar preparado para que tu trabajo pase a menudo desapercibido. Se suele decir que el mejor traductor es bueno por su invisibilidad ya que el público sólo ve el producto terminado y, como resultado, el trabajo del traductor no está reconocido.

Asimismo, cabe señalar que a veces la traducción sufre una baja consideración social, lo que puede tener consecuencias como la poca remuneración y confianza de los profesionales cuando hay clientes que piensan en su trabajo como una labor innecesaria, de baja cualificación y fácilmente sustituible.

Finalmente, al ser traductor hay también una serie de criterios de estricto cumplimiento. En primer lugar, tienes un alto grado de responsabilidad ética y tienes que ser escrupuloso. Además, la actividad de traducir requiere una concentración intensa durante largos períodos de tiempo y exige también una atención especial al más mínimo detalle. De este modo, la traducción es tanto una habilidad como un arte dada su naturaleza técnica y compleja.

A pesar de todo esto, lo que está claro es que la traducción es algo fundamental a la hora de establecer relaciones entre todos los países del mundo. Entonces, por lo general, si te interesa transmitir información de una lengua a otra por escrito, tienes buen oído y buena memoria y, sobre todo, te gusta viajar y moverte en un ambiente internacional, esta es definitivamente la carrera para ti. Bueno, en gran parte...

La rebelión de las máquinas

Está claro que la tecnología ha experimentado un importante desarrollo en las últimas dos décadas debido a los recientes avances tecnológicos que están ayudando a superar las barreras lingüísticas y a transformar el papel de los traductores tradicionales. Por consiguiente, es normal que exista la idea de que la figura humana del traductor pueda llegar pronto a quedarse obsoleta. Lo que sí es cierto es que las máquinas satisfacen indiscutiblemente nuestra necesidad como seres humanos de realizar tareas de forma eficiente y gratuita. Por ejemplo, con tan solo un clic del ratón, podemos averiguar la traducción de una sola palabra o incluso de un texto entero. Por estos motivos, cabe suponer que la tecnología está teniendo un impacto significativo en la industria de la traducción. No obstante, está lejos de erradicarla.

Aunque las máquinas tienen importantes ventajas como la rapidez y la precisión a su favor, los seres humanos desempeñan un papel esencial en el control de calidad y otras funciones de edición posterior que un ordenador no es capaz de hacer. Sorprendentemente, el cerebro humano posee una destreza, fluidez y adaptabilidad que las máquinas aún no han alcanzado. A modo de ejemplo, las expresiones coloquiales constituyen un concepto complicado que hoy en día un traductor automático tendría dificultades en afrontar. La razón de esto es que se caracteriza por la complejidad del lenguaje: el uso de las bromas y las referencias culturales que tendemos a utilizar diariamente cuando estamos en situaciones sociales con amigos o familiares. Además, se debe tener en cuenta que el lenguaje coloquial está en permanente cambio, por lo que es probable que una máquina nunca sea capaz de seguir el ritmo de la evolución de nuestro sistema de comunicación.

¿Qué nos deparará el futuro?

Afortunadamente, hay buenas noticias para los que aspiran a ser traductores. Andy Way, profesor de informática en Dublin City University, remarca por ejemplo que “hay tantas traducciones por hacer - se ha estimado que sólo alrededor del 5% de lo que se necesita traducir en realidad lo está - que los buenos traductores nunca se quedarán sin trabajo". Se puede sacar también otra conclusión posible que abarca la simbiosis entre la inteligencia artificial y el traductor humano. La realidad es que las máquinas sí ayudan a los traductores a trabajar mejor y pueden contribuir a la precisión. De este modo, se podría argumentar que el futuro del sector estará definido al fin y al cabo por la estrecha relación hombre-máquina.

En definitiva, no cabe ninguna duda de que las herramientas de traducción automática solo seguirán avanzando con el tiempo, pero sigue siendo cierto que los traductores, por ahora, no corren el riesgo de quedar obsoletos ya que poder transmitir una lengua equivale a comunicar su cultura para hacerla más comprensible para todo tipo de público. Y por último, ¿cómo se aprende la cultura? Viviéndola. Algo que no se puede lograr con inteligencia artificial.