¿Adict@ a los viajes?

POR María Aranda Bravo

¿Te consideras adicto a viajar? O, dicho de otra manera, ¿te encanta viajar? Si es así, bienvenido al club. Cada día somos más los que ansiamos el poder tener unos días libres y escaparnos a algún sitio, sin importar si es una ciudad cercana o un país situado en la otra punta del mundo. Sin embargo, no todas las personas preparamos el viaje de la misma manera. Algunas prefieren tenerlo todo organizado hasta el último detalle y otras, por el contrario, son más aventureras y lo dejan todo al azar. Pero ya sea de una manera u otra, todo el mundo vuelve de un viaje con ese sentimiento indescriptible de haber aprendido algo, no sólo sobre el lugar que se haya visitado, sino sobre uno mismo. Este sentimiento, junto con los nervios previos al inicio de la partida y al entusiasmo vivido, nos llevan a desear permanentemente el poder vivir esa emoción cada vez con más frecuencia.

Yo empecé a viajar cuando tenía 23 años y desde entonces no he podido parar. Intento hacer un viaje al año a algún país lejano como Corea, Japón o Tailandia, además de ir a algún país europeo. Como he mencionado anteriormente, cada persona tiene una manera diferente de viajar, no obstante, creo que esta percepcion va cambiando a lo largo del tiempo debido a las experiencias vividas. Personalmente, siempre me informo del país al que voy a viajar y decido que sitios quiero conocer, si bien también me gusta salir varios días a la aventura, sin mapa, y descubrir rincones únicos de la ciudad, su gente y su gastronomía. Sorprendentemente estas últimas experiencias son las que más recuerdo cuando el viaje ha finalizado.

Hace poco encontré varios artículos que señalan que la adicción a viajar podría considerarse una patología psicológica aunque, de momento, no existe ninguna enfermedad mental relacionada con este tema que esté tipificada como tal. Sinceramente espero que la adicción a viajar nunca llegue a ser considerada como algo negativo en el futuro, ya que a mí me ha aportado muchas cosas realmente positivas.

En general, el hecho de viajar tiene infinitos efectos positivos dependiendo del tipo de viaje del que hablemos: placer, estudios, en solitario, con familia, amigo, etc. Y con cada uno de ellos se puede aprender una gran variedad de aspectos, ya sean sobre el país (como el idioma, la moneda, hechos históricos, culturales...) o sobre uno mismo (adaptación a una nueva cultura, organización, toma de decisiones, apertura a nuevas comunidades...)

Viendo a la gente a mi alrededor creo que las nuevas generaciones tienen muchas más oportunidades de empezar a viajar antes de lo que yo lo hice, ya sea haciendo un curso de verano en el extranjero, participando en un intercambio durante los años escolares, o simplemente visitando otro país en un viaje familiar. Estas nuevas oportunidades influirán positivamente en el futuro de la sociedad, no sólo al individuo como tal.  La juventud va a tener una mentalidad más abierta,va a aprender, sin duda, diferentes valores sociales y culturales saliendo de su zona de confort. Asimismo, gracias a los viajes, aprendemos a valorar lo afortunados que somos simplemente por poder llegar a otros lugares y apreciar las pequeñas cosas que pasan a nuestro alrededor. Es algo que todos debemos interiorizar lo antes posible.