Una serie de terremotos sacude el sur de España, Granada: ¿debería la población tener miedo al futuro?
/POR Elisa Pigino REVISADO POR Alfredo Castro
¿Cuándo empezaron?
Desde el 1 de diciembre de 2020 en la región andaluza de Granada se han sentido miles de terremotos. Los episodios más destacados de la serie sísmica por la alarma que generaron y los desperfectos que se detectaron fueron los registrados el sábado 23 de enero a media mañana (que dejó un herido leve, el único del que se tiene constancia a lo largo de la serie), los tres de la noche del 26 y el de la tarde del 28 de enero con epicentro en las localidades de Santa Fe, Atarfe y Cúllar. Tres de esos temblores tuvieron una magnitud de 4,4 y la intensidad máxima llegó a V-VI en una escala en la que el XII es el máximo. El Instituto Geográfico Nacional registró el movimiento más fuerte la noche del 26 de enero a las 21:54 en Santa Fe, el cual alcanzó los 4,5 grados en la escala Richter; fue tan importante que se dejó incluso sentir en poblaciones de Málaga, Almería, Córdoba y Jaén.
Desde entonces, casi dos mil temblores se han sucedido en esta provincia y, aunque la provincia granadina ya no se encuentra en estado de alarma, las llamadas a los servicios de ayuntamientos granadinos son diarias porque el Área Metropolitana de Granada sigue viviendo con temor la posible repetición de estos seísmos con una serie de movimientos de tierra de mediana intensidad.
Características del enjambre sísmico
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Por determinadas razones, los terremotos fueron percibidos por la población de manera amplificada. En efecto, la poca profundidad, el hecho de haberse producido en una zona densamente poblada y la composición de la cuenca mediterránea andaluza actuaron como una “caja de resonancia” haciendo que la sensación del temblor fuera mucho más fuerte e incluso alarmante de lo que debería haber sido, según explicó el Instituto Interuniversitario Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos (IAGPDS).
Consecuencias y toma de medidas
Por un lado, se ha constatado un creciente número de personas que son incapaces de regresar a sus casas y piden ayuda para resolver problemas de ansiedad o temor por no haber superado el miedo de que se produzca de nuevo una sacudida importante. Por esto, la concejala de Igualdad Ayuntamiento de Santa Fe, Susana Fraga, ha insistido en la importancia de tratar estas situaciones, que podrían evolucionar hacia problemas de salud mucho más serios con consecuencias a largo plazo. Por consiguiente, en algunos ayuntamientos, como el de La Vega, se ha recibido formación por parte de especialistas para ofrecer una primera atención psicológica y se ha habilitado un teléfono de atención psicológica por terremotos para atender todas las consultas y intentar satisfacer las necesidades de las víctimas.
Conviene subrayar que los temblores no solo provocaron daños psicológicos a la población sino también materiales. En efecto, el consorcio de compensación de seguros (CCS) ha recibido y registrado desde finales de enero un total de 8.194 solicitudes de indemnización relacionadas con daños causados por los terremotos en la ciudad granadina. Se estima que, a día de hoy, el importe total de las más de 8.000 solicitudes recibidas podría suponer un desembolso que puede rondar entre los 16 y los 18 millones de euros, según la previsión ofrecida por el director de Operaciones del Consorcio, Alejandro Izuzquiza.
Ya se han gestionado el 20% de las solicitudes, abonando 2.565.000 millones de euros a los afectados mientras el restante 80% está en fase de peritación.
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Sin embargo, ante todo, es necesario determinar si los daños y desperfectos reclamados están relacionados con el enjambre sísmico o si son preexistentes y se han agravado o si se deben a otra causa. Para llevar a cabo esta tarea, el Consorcio cuenta con un equipo de 45 peritos. Una vez que se haya establecido la causa por terremoto, se podrá proceder a las indemnizaciones de los afectados.
Las causas
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En general, a pesar de que la península ibérica está en una zona de riesgo moderado, el Mediterráneo es la segunda zona más activa del mundo, la cual cuenta con el 5% de los terremotos globales. Asimismo, estos tipos de fenómenos no son algo inesperado por la población granadina, ya que la provincia se encuentra en una de las zonas con mayor actividad sísmica de España: el límite entre dos micro placas litosféricas continentales, la euroasiática (de Alborán e Ibérica) y la africana. Más concretamente, estas dos micro placas se están acercando de unos 5 milímetros al año en la Vega de Granada (donde se ubicaron los epicentros de los últimos temblores). "Los terremotos de la Vega de Granada […] se producen como consecuencia de la liberación brusca de la energía acumulada en las fallas debido a este movimiento entre placas", explicó en un comunicado en febrero de 2021 el investigador de la Universidad de Granada y el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra Jesús Galindo-Zaldívar. Las fallas de las cuales habla Galindo son las de Atarfe, la de Pinos Puente y la de Santa Fe. Además, el investigador añade que "los periodos de mayor actividad sísmica como el actual corresponden a enjambres, con numerosos terremotos de diferentes magnitudes en localizaciones próximas. Se desencadenan cuando la actividad de una falla produce un efecto dominó y dispara la actividad de otras fallas próximas”.
¿Qué se puede aprender de la geofísica y sismología?
El estudio de la Tierra, la morfología de las fallas y la sismología permiten prever los seísmos futuros a partir de los pasados. Sin embargo, “la probabilidad” es un termino clave en el estudio de los seísmos porque nunca hay certidumbre en este sector, excepto por el concepto de que “donde la tierra tembló, temblará”. Por consiguiente, es posible que, como ocurrió en 1979, año en el que se ocasionaron unas series sísmicas que duraron de marzo a septiembre, este enjambre pueda prolongarse durante meses.
¿Debería la población temer al mañana?
Hoy, la región se encuentra en la fase de preemergencia en la que se siguen instrumentalmente y se estudian los terremotos ocurridos; el Gobierno de España sugiere a la población tratar de llevar una vida lo más normal posible incluso con, no obstante, tener claro que los terremotos pueden producirse en el futuro.
