La eutanasia, a debate

POR Elayna Phirippis REVISADO POR Pilar Pecharromán

En estos últimos tiempos, la eutanasia ha sido un tema rodeado de polémica y objeto de debate candente en cuanto a su moralidad como procedimiento médico. Según el diccionario etimológico, el origen de la palabra deriva del griego (“eu” que quiere decir “bien” o “bueno”, y “thanatos” que significa “muerte”) y así se traduce en español como “buena muerte”. Existen numerosas definiciones de la práctica, pero todas coinciden en el hecho de que se trata de un proceso de muerte “sin sufrimiento y dolor” provocado por propia voluntad de un paciente.

La eutanasia es actualmente ilegal en España, pero la situación en cuanto a su legalización se está volviendo más activa últimamente. En el periodo previo a las elecciones generales que tuvieron lugar el mes pasado el 28 de abril, resultó que las acciones para promulgar una ley que despenalizaría la eutanasia en España se habían detenido. Hay una multitud de razones por las cuales la eutanasia todavía sigue siendo una práctica ilegal en nuestra época y en tantas partes del mundo, la mayoría de ellas englobadas por argumentos opuestos tanto a favor como en contra de su legalización. Estos argumentos parecen encajar en distintas categorías según sus motivos, entre las que se incluyen la ética, la religión y la legislación.

Dentro del ámbito de la ética, no cabe duda de que la eutanasia provoca una gran controversia. Anima naturalmente la discusión sobre varios temas en este marco, tales como la imparcialidad y la libertad de los propios pacientes. El problema principal que se plantea con la eutanasia es la cuestión de si llevar a cabo la eutanasia realmente ayuda al paciente en términos de cuidar de su vida, o simplemente prolonga el inevitable dolor y agonía que dicho paciente está soportando. En este caso, se puede decir que la mejor opción es liberar el paciente de su evidente sufrimiento ya que, al fin y al cabo, la decisión de aceptar o rehusar tratamiento debería estar únicamente en manos del individuo y, como consecuencia, esto debería ser respetado. En la otra cara de la moneda, la eutanasia puede considerarse como una forma de asesinato, de modo que alguien está deliberadamente terminando la vida de otra persona y, por lo tanto, podría ser incluso visto como homicidio voluntario. No obstante, es importante que reconozcamos la verdad en la ideología de que “la vida es la muerte”. Es decir, de una manera u otra, como seres humanos, nacemos muriendo; somos “vida-muerte”. Es interesante reflexionar sobre la idea de que la vida y la muerte van unidas en nuestra existencia, ya que sin una, la otra tampoco existe.

La religión también constituye otro motivo principal por los argumentos en contra de la eutanasia. De hecho, desde un enfoque espiritual y conforme con principios de la práctica de la fe cristiana, se estima que la vida representa “un don recibido que debe ser administrado de acuerdo con el plan del Creador”. Este punto de vista respalda la idea de que la vida se trata de un derecho humano elemental y, por lo tanto, no deberíamos apresurarnos tanto en legalizar un proceso que condena la matanza de un ser humano. Sin embargo, a este respecto es interesante señalar que, según un reportaje de RTVE emitido el año pasado, más de la mitad de los católicos practicantes en España estaban a favor de la legalización de la eutanasia. Esto quizás muestra una progresión en la forma de pensar en la sociedad actual, y que de hecho existe la capacidad de algunos de separar sus creencias de lo que es justo y correcto cuando se trata de alguien que solicita el suicidio asistido debido a un dolor insoportable.

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Las implicaciones jurídicas de la eutanasia también desempeñan un papel en la formación de las opiniones de la gente sobre si debe ser legalizada o no. Por ejemplo, es normal que el sistema jurídico se esfuerce en proteger y privilegiar la vida humana hasta tal punto que antecede a cualquier otro tipo de valor legal, lo que corresponde con el principio del cristianismo mencionado anteriormente. Cabe pensar que pueden surgir varios inconvenientes en el ámbito de la juridicidad, pero muchas veces estos problemas podrían evitarse si un paciente presentara anticipadamente un testamento vital, un documento oficial que expresa explícitamente lo que un paciente desea que sucede con su cuerpo y sus órganos durante los cuidados y el tratamiento de su salud y, sobre todo, después del fallecimiento.

No obstante, todavía queda el hecho de que la eutanasia no es legal en la mayoría de los países del mundo. Los países donde sí ha sido legalizada la eutanasia comprenden Alemania, Bélgica, Canadá, Holanda, Luxemburgo, Suiza y algunos estados de EE.UU. En este sentido, los pacientes que están al borde de la muerte y que solicitan la eutanasia están extremadamente restringidos en términos de dónde pueden recibir la eutanasia legalmente. Como resultado, esto puede conllevar a que el paciente tenga que viajar a un país completamente diferente que podría estar al otro lado del mundo, todo en nombre de terminar la vida.

La lucha de muchos pacientes para lograr que la ley reconozca su derecho a morir se ve reflejado en el largometraje galardonado Mar Adentro, estrenado en 2004 y dirigido por Alejandro Amenábar. Está protagonizado por Javier Bardem y basado en el caso real de Ramón Sampedro, escritor y exmarinero, quien queda tetrapléjico, es decir la pérdida parcial o total del uso de las cuatro extremidades y el torso, tras un accidente de buceo durante su juventud y, como consecuencia, permanece encamado durante casi 30 años. A pesar de su discapacidad física grave, se embarca en una campaña de 28 años en apoyo de la eutanasia y del derecho a poner fin a su vida. La película recibió una respuesta excelente y así ganó el Óscar a la Mejor Película Extranjera, entre otros numerosos premios, contribuyendo a una mayor visibilidad del asunto en los medios de comunicación.

A pesar de las limitaciones existentes en materia de la aplicación de la eutanasia, existen otras alternativas para los pacientes con enfermedades terminales en España. Por ejemplo, la Orden de no reanimar (ONR). Se trata de una forma de eutanasia legal que instruye a los profesionales médicos no administrar la reanimación cardiopulmonar (RCP) si un paciente deja de respirar o su corazón para de latir. Además, existe la Limitación del Esfuerzo Terapéutico (LET). Según los expertos médicos, consiste en “no administrar medidas excesivas o irrazonables en un paciente con mal pronóstico de vida y/o con mala calidad de vida, de acuerdo con la finalidad terapéutica que se propone, que es fundamentalmente la de curar, mejorar o aliviar”. Sin embargo, al igual que con la eutanasia, estas prácticas todavía están sujetas a cuestionamientos éticos y, por lo tanto, quedan por examinar antes de que puedan ser administradas.

Entonces, ¿por qué se debería legalizar la eutanasia en todo el mundo? Lo fundamental es que debamos darnos cuenta de que, en definitiva, la eutanasia representa una oportunidad para que un ser humano muera con dignidad, y así esto debería significar respetar la libertad del individuo al decidir su destino al final de la vida. De esta manera, es imprescindible que la libertad de un individuo para tomar sus propias decisiones reemplace a cualquier entidad interviniente, como por ejemplo el sistema legal o de creencias. Además, por lo que respecta a la legalización de tal práctica, resulta claro que últimamente se habla mucho de una posible ley que elimine el obstáculo jurídico existente para que los médicos puedan, en determinadas circunstancias, practicar la eutanasia sin ninguna repercusión legal. Pero por el momento, está claro que aún nos queda mucho terreno por recorrer en función de una aceptación y un reconocimiento universal de la eutanasia como una manera digna de morir.