Un bólido llamado 2015

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Este año se nos ha escapado casi sin darnos cuenta, con la velocidad de los años intensos. No sé si compartirán mi reflexión, pero me ha parecido un año rápido, fugaz, en el que los acontecimientos se han sucedido de forma trepidante, en el que cuando nos estábamos recuperando de una noticia difícil de asimilar tenía lugar otra aún más impactante. Ha sido difícil seguir la actualidad tanto en la política, como en la economía y en los cambios sociales.

Europa sigue mirándose el ombligo. Centrada en debates económicos, con Grecia y su gobierno alternativo en el ojo del huracán durante gran parte del año, parece no poder salir de una crisis económica que está durando demasiado y que sufren principalmente los países del sur. A esta crisis económica se ha sumado la crisis humanitaria de la llegada de refugiados que huyen de la guerra y del hambre en diversos países de Oriente Medio, Asia y África. El conflicto sirio ha movido las conciencias del ciudadano medio europeo, que ve cómo un nuevo perfil de refugiado (en ocasiones mal llamado inmigrante) se juega la vida para llegar a las costas europeas. Los políticos no han sido capaces de ponerse de acuerdo en un reparto de refugiados, ni siquiera en facilitar el tránsito dentro de la Unión Europea, en ocasiones incluso con violencia. ¿Son estos los valores de Europa? ¿Por qué no se ha hecho cumplir la legislación europea e internacional en materia de Derechos Humanos con la misma rigidez y exigencia con la que se han hecho cumplir los acuerdos económicos? 

¿Por qué no se ha hecho cumplir la legislación europea e internacional en materia de Derechos Humanos con la misma rigidez y exigencia con la que se han hecho cumplir los acuerdos económicos?

Siguiendo nuestro ombliguismo, en España se celebran elecciones el 20 de diciembre con un escenario inédito. Por primera vez, dos partidos nuevos plantan cara con fuerza a los partidos tradicionales que se han turnado en el poder desde el restablecimiento de la democracia. Las elecciones tienen lugar en un ambiente agitado por la crisis económica, los casos de corrupción, la elección de alcaldes por el cambio en las principales ciudades del país y por el proyecto independentista catalán. Pero ¿habrá un cambio real en el modo de hacer política en España? Lo veremos en 2016, que promete ser tan intenso como el año que desp