Fútbol: corazón de la vida argentina

POR Henrietta Roseboom REVISADO POR Irene Serena Ruíz

El fútbol llegó a Argentina a finales del siglo XIX de manos de los marineros de Reino Unido que comerciaban en los puertos de Buenos Aires, alcanzando en pocos años una gran popularidad en los colegios británicos de la región. Al poco tiempo se crearon dos clubes de fútbol importantes: Club Atlético River Plate, que representaba a las élites de la ciudad, y Boca Junior, que tenía sus orígenes en un barrio humilde denominado La Boca. El fútbol, durante esta época, no solo reflejaba la división de clases en la región, sino que ofrecía un escenario común para unificar a la población, sin importar su nivel económico, social o cultural.

Cuando el General Perón accedió al poder en 1946, la calidad de vida de la clase obrera mejoró significativamente. Sin embargo, poco después, el gobierno restringió la libertad de expresión y el pueblo argentino empezó a sentir miedo de expresar cualquier opinión contraria al peronismo. Los argentinos pertenecientes a los estamentos sociales más bajos, que habían experimentado una mejora sustancial en su calidad de vida unos años antes, aprovecharon la plataforma que ofrecía el fútbol y mostraron su apoyo al gobierno con el histórico canto “Boca, Perón, un corazón” durante los partidos de Boca Junior.

En medio de un clima político de evidente inestabilidad donde nadie se atrevía a expresar su opinión, los partidos de fútbol daban una oportunidad a los argentinos para cantar y reclamar aquello que se les prohibía en el día a día. El fútbol ha sido más que una práctica deportiva y saludable en Argentina: los ciudadanos empezaron a usar el deporte como un altavoz personal y político.

En 1976 tuvo lugar un golpe de Estado contra el peronismo, concretamente contra la mujer del general que había seguido gobernando en Argentina durante dos años tras la muerte de su marido. El derrocamiento del peronismo ocasionó un ascenso al poder del General Videla, que usó métodos aún más represivos y violentos para silenciar a los que estaban en contra de la dictadura.

El régimen de Videla adoptó medidas drásticas de carácter represivo como la tortura, el secuestro y los asesinatos para controlar a los argentinos con tendencias de izquierda. Durante los siete años de dictadura de Videla, la tasa de asesinatos políticos superó los 30.000 ejecutados, es decir, se producía uno cada cinco horas.

Este fue justamente el clima político que vivió Argentina durante la celebración de la Copa Mundial de 1978. El gobierno intentó planificar todo precisamente para que la audiencia mundial no viera los horrores que se estaban llevando a cabo en el país. Sin embargo, los argentinos también aprovecharon el filón y el foco internacional. Un grupo de mujeres, conocidas como Las mujeres de la plaza de mayo, llevaron a cabo una histórica protesta contra Videla durante el Mundial 78. Este grupo sabía que todos los espectadores del mundo se sorprenderían si un grupo de madres, hijas y abuelas fueran torturadas o asesinadas simplemente por protestar de una manera pacífica. Sabiendo esto, las mujeres demostraron su malestar en relación a los secuestros y asesinatos de los miembros de sus familias, y lo hicieron delante de las cámaras de la prensa internacional. Aunque estas mujeres no tenían una relación directa con el fútbol, el deporte les facilitó la plataforma necesaria para difundir un fuerte mensaje político durante una época de gran sufrimiento para el país latinoamericano.

Hoy en día el fútbol juega un papel fundamental en la identidad del país: la pasión que se muestra alrededor de ese deporte es evidente. El día de un partido internacional, todos los colegios y las tiendas se cierran para que los argentinos puedan verlo y compartir su afición. Sin embargo, cabe recordar que el fútbol argentino es más que un simple juego. El poder político que lleva ese deporte ha cambiado la historia del país y seguirá formando parte de la identidad argentina.